Yevgueni Yevtushenko

La ciudad de Sí y la ciudad de No

Soy como un tren

de prisa durante muchos años

entre la ciudad de Sí

y la ciudad de No.

Todo es fatal, todos están asustados en la ciudad de No.

Es como un cuarto amueblado con abatimiento.

Cada mañana su entarimado es pulido con bilis.

Sus sofás están hechos de falsedad, sus paredes de desgracia.

Cada retrato parece sospechoso.

Cada cosa frunce el ceño, ocultando algo.

Conseguirás muchos consejos ahí — por Dios que sí —

Las maquinas de escribir chacharean una respuesta al carbón:

“No-no-no…

No-no-no…

No-no-no…”

Y cuando las luces se apagan por completo,

los fantasmas inician

su tenebroso ballet

conseguirás un boleto de salida

— por Dios que sí —

para dejar la negra

ciudad de No.

Pero en la ciudad de Sí

—la vida es como el canto de un tordo

en esta ciudad sin paredes— igual que un nido.

El cielo te pide que tomes la estrella que te gusta

labios preguntan por tus labios, sin ninguna vergüenza,

murmurando suavemente: “Ah —toda esa tontería…”

y las margaritas, burlándose, piden ser escogidas,

y los rebaños ofrecen su leche mugiendo,

y en nadie hay ni un rastro de sospecha,

y donde sea que quieras estar, al instante estarás ahí,

tomando el tren, el avión, o el barco que te guste.

Y el agua, murmurando levemente, susurra:

“Sí-sí-sí…

Sí-sí-sí…

Sí-sí-sí…”

Pero la verdad, a veces, es un poco aburrida,

te dan tanto, casi sin ningún esfuerzo,

en esa brillante multicolorida ciudad de Sí…

¡Prefiero estar dando vueltas

hasta el final de mis días,

entre la ciudad de Sí

y la ciudad de No!

¡Deja que mis nervios se estiren

como alambres

entre la ciudad de No

y la ciudad de Sí!

(De Walk on the ledge. Traducción del inglés por David Juárez)