Ballena en tierra
Las casas caen convertidas en astillas.
Las palmeras se derrumban como fósforos quemados.
El cielo explota y se hace añicos esparciendo gotas que descienden como balas.
El sol se ha resquebrajado escupiendo rayos,
truenos mudos de una luz perdida en los escombros de la vía láctea.
No ha quedado nadie.
Todos han huido desterrados por las sombras.
Ronco el maremoto lanza sus terribles aletazos.
Abro los ojos.
Me ausculto.
Mi corazón avanza cual ballena
a la deriva sobre tierra firme.
Solo, en el centro de un mercado,
no soy más que un iracundo cazador
afilando los arpones fríos
de una interminable y vil melancolía.