EL SALVADOR (1963)
Correo
Hija,
destejo madrugadas
que el sol va hilando en su rueca de fuego.
El ha ignorando a la luna
espejo sin fronteras
donde nadan tus ojos cada noche
y los míos te buscan
lumbre que alimentas el rincón donde espero.
Rezo tu nombre en mis temores
cuando se apagan las velas y aún sobran horas.
Si, rezo tu nombre, invocando los milagros
Que esconde la almohada
cascabeles de plata de otros tiempos se agitan
y se derrama tu risa
entonces sueño
sueño.
(De La senda de las huellas)